
Cuando un internauta pincha en un anuncio que está en una página de Google, la empresa anunciadora tiene que pagar al buscador por ese click. Más número de clicks en ese anuncio, más dinero para Google y más publicidad para la compañía. Hasta aquí todo perfecto aunque el problema aparece porque se puede emplear a personas o máquinas para que realicen esta tarea de forma reiterada, generando así un gasto artificial.
Esto es lo que pasó el año pasado, según los comerciantes estadounidenses que denunciaron a Google por haber ocultado ese fraude, no haber advertido a sus clientes sobre el riesgo existente, no haber establecido ningún método de protección y no haber devuelto el dinero cobrado por los “clicks fraudulentos”.
Con estos 90 millones de dólares, el buscador pagará las tasas legales y los créditos a los anunciantes que tomaron parte en la demanda, presentada en febrero de 2005. Según los términos del acuerdo, extrajudicial, Google dará a los demandantes créditos de 4,50 dólares por cada 1.000 gastados en su servicio de publicidad. El juez del caso, Joe Griffin, ha asegurado que esta solución es "justa, razonable y adecuada".
font: elpais.es
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